La decisión de Fitch Ratings de rebajar la calificación soberana de Colombia a ‘BB’ desde ‘BB+’, con perspectiva estable, representa un hito relevante en la narrativa macro-financiera del país, no por su carácter sorpresivo, sino por el momento y el contenido del mensaje que formaliza. Lejos de ser un evento aislado, la rebaja consolida un proceso de deterioro fiscal que el mercado venía incorporando progresivamente en los precios de los activos locales y que ahora queda validado por una agencia calificadora. Fitch no introduce un nuevo riesgo, pero sí reduce el beneficio de la duda sobre la sostenibilidad fiscal de mediano plazo y sobre la capacidad del marco institucional para corregir los desequilibrios actuales.